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El deporte une, convoca y apasiona, pero para que se profesionalice, necesita de infraestructura y espacio para que los atletas puedan desarrollar sus habilidades y fortalecer su talento. Así es como Ingenia se conectó con el deporte, específicamente con el fútbol femenino, ya que fue responsable de poner en marcha el Centro de Alto Rendimiento de Fútbol Femenino (CARFEM).

El proyecto surge del aporte de los programas FORWARD de la FIFA, EVOLUCIÓN de CONMEBOL y fondos propios de la APF, con los cuales se adquirió un predio de 12 hectáreas en Ypané. Allí, con una inversión de USD 5.300.000 se iniciaron las obras del amplio y completo complejo deportivo que hoy es un centro de referencia regional. Cuenta con 7 canchas de fútbol, 3 de ellas con medidas reglamentarias y 2 ajustables.

Además, un estadio con capacidad para 5.000 espectadores en el corazón del predio. Por otro lado, para la Albirroja se erigió un hotel de Concentración, con capacidad para 72 personas y oficinas para el cuerpo técnico. Asimismo, se sumó un gimnasio, vestuarios, área de nutrición, zona de recuperación, sala médica, área de descanso, cocina, comedor y una amplia terraza.

Todo lo que los atletas necesitan para crecer y avanzar en sus respectivas carreras deportivas. Y, para terminar, se remodeló un antiguo hotel para el alojamiento de las divisiones juveniles de la Albirroja Femenina. Fue un proceso enriquecedor, de mucho detalle y mucha pasión para Ingenia, que marcó un hito en su historia, puesto que desafió a su equipo a construir bajo requisitos y exigencias diferentes, y a llevar una obra de enorme envergadura. No obstante, los impulsó a adquirir conocimientos que los harán crecer ampliamente a lo largo del tiempo.

Ser parte de un centro de referencia regional es un verdadero orgullo, pero, sobre todo, saber que, con el trabajo de la constructora, se da apoyo e impulso al deporte es la satisfacción más grande de todas.

Las obras son procesos vivos, que lejos de quedarse en los planos, pueden ir cambiando y
transformándose a medida que se van materializando. Es lo que pasó con esta construcción que se llamó “Granero”.

Los propietarios llegaron a Ingenia con la idea de construir una casa para cuidadores en el predio de su vivienda de San Bernardino, así como un depósito para la misma. Ellos querían hacer una suerte de granero que complementara el lugar e Ingenia se puso manos a la obra.

A medida que se empezaron a dar los avances, los clientes vieron la oportunidad de cambiar la función de este granero y pidieron modificar el proyecto inicial para construir una casa de huéspedes. La obra se convirtió en una casa con dos habitaciones, dos baños y un área común para que los amigos y familiares de los propietarios, pudieran quedarse cómodamente en las instalaciones de la vivienda principal, que además cuenta con amplios espacios de recreación como canchas deportivas.

El cambio hizo que Ingenia se adaptara, con la flexibilidad que la caracteriza, a la nueva visión de los clientes, sin perder los criterios de calidad que aplican en cada obra y que garantizan sus resultados.

A pocos kilómetros de Asunción, el verde de Surubi’i y sus apacibles calles seducen a muchas personas, pero a esta familia, definitivamente la conquistó. Así fue como llegaron a Ingenia, con el pedido de diseñar una vivienda que les permitiera disfrutar de los encantos del lugar, así como también, de las reuniones y encuentros familiares, el gran sueño de sus propietarios.

Ingenia se enfocó en lograr un equilibrio entre la privacidad, la seguridad y la comunidad, teniendo en cuenta que la familia era numerosa y necesitarían de amplios espacios. El equipo tuvo la idea de construir en un solo piso, utilizando la tipología claustro, es decir, un espacio verde interior que podría ser disfrutado desde todas las estancias principales de la casa. Así se fue erigiendo la vivienda, con un estilo colonial y tradicional, que armonizara con la vida de campo y tuviera todas las comodidades del mundo moderno.

La construcción se dio sin complicaciones, pero sí con muchas ilusiones, y el resultado fue la gran satisfacción de sus propietarios, que hoy habitan su sueño: una casa rodeada de verde que a la vez se respira en su interior, con lugar para todos sus afectos.

Ubicada en el lote colindante a la obra Annika en la urbanización Aqua Village, ambas viviendas nacieron en el seno de la misma familia y de las mismas ganas de realizar una inversión inmobiliaria en un barrio exclusivo, como es Aqua Village. Allí en lo alto de las colinas de Altos, con una hermosa laguna azul y un entorno muy familiar, estas dos viviendas se erigen de la mano.

Inspirada en una Villa Italiana, la vivienda Andrea fue pensada no solamente como un lugar de fin de semana, sino como alternativa a una vivienda permanente. Entre sus principales características se destacan la amplitud y luminosidad de todos los ambientes y el cuidado en los detalles de cada ambiente. En planta baja se encuentra la cocina y el quincho integrados en un grand salón de doble altura y una chimenea de mármol travertino. Además, cuenta con una pieza de huéspedes o sala de juegos con baño, un patio interno y un área de servicios.

En la planta alta hay 3 habitaciones en suite y un estar íntimo. En el caso de esta vivienda, fue todo un desafío lograr la construcción de las bóvedas de crucería que estaban diseñadas para el cielo raso de la doble altura con la que cuenta la casa.

Cabe destacar que al construir un lugar como Aqua Village hay requisitos y reglas que seguir, como por ejemplo, que existe un periodo de veda, de noviembre a marzo, durante el cual no se puede construir, con lo cual tienen un plazo de 10 meses para terminar una obra o deben aguardar que pase la veda.

Asimismo, las regulaciones estéticas y de seguridad que fueron todas contempladas desde la creación del proyecto.